Salimos
de la “herradura” de Haro ahora ya con algo sólido en nuestros estómagos, en
sus barras gran variedad de pinchos y tapas al más puro estilo Donostiarra
posiblemente se engendró todo esto por la gran cantidad de turistas o afincados
a tiempo parcial o total del País vasco. Sin tiempo para más marchamos a la
segunda visita programada.
Enclavada
en la “milla de oro” de Haro, en el barrio de la estación, bodega centenaria,
de tradición familiar desde 1879, hoy en día van por la quinta generación. Su
nombre es el acrónimo de Compañía Vinícola del Norte de España, aunque también
es conocida como Cune debido a un error de imprenta en sus inicios, el impresor
se equivocó y puso Cune en vez de Cvne, cuando los propietarios tuvieron
consciencia del fallo no les disgustó, notaron que tenía cierta sonoridad e
incluso mayor facilidad de pronunciación al pedir un vino de su marca y
decidieron adoptar la errata, obviamente registraron ambos nombres.
Una vez
que entras en Cvne ya notas el abrazo y la calidez del lujo, no es que sean
ostentosos pero notas cierta elegancia, cierto caché, de los que da la
sensación que no reparan en gastos… Los edificios van a dar a un gran patio
interior, como una especie de plaza del pueblo, pero con jardín de césped,
olivos… a mí me recordó a un enorme patio andaluz, si en algún momento hubiese
aparecido por allí un caballo montado por la figura del Tío Pepe no me hubiese
sorprendido.

Cune es
una empresa precursora, fue de las primeras en embotellar en Rioja en una época
en la que todo el mundo apostaba por el granel, como ejemplo de su vanguardismo
no utiliza el método de remontado habitual del vino consistente en bombear el
mosto a la parte de arriba de los depósitos para ir mojando el sombrero de
hollejos, sino que idearon unos depósitos que les llaman O.V.I (objeto volante
identificado), estos depósitos se llenan con el mosto y se elevan mediante una
grúa (de ahí lo de objeto volante) y se vierte su contenido bruscamente en el depósito
donde ha quedado el sombrero destruyéndolo completamente lo que favorece la
actividad de las levaduras.
Nos
vamos muy contentos de Haro y no solo por el vino, la última visita también ha
superado mis expectativas, una vez más gente muy profesional, una vez más una
guía muy preparada.
Por
temas de alojamiento nos dirigimos ahora a la zona de Ezcaray, por
recomendación cenamos y muy bien en el Restaurante El Rincón del Vino, si
tenéis la oportunidad o si pasáis por Ezcaray no dudéis en entrar, cocina de
gran calidad, y ambiente perfecto, mención especial al Metre por su trato y
recomendaciones.
