Es
altamente recomendable salir de casa, ver otros panoramas y esfumarse
momentáneamente del micro mundo en el que nos acomodamos para contemplar otros
ombligos y darnos cuenta de que el nuestro no es el ombligo del mundo, digo
esto desde la perspectiva de alguien criado entre viñedos, vivo en un lugar
donde el vino constituye el motor principal de su economía, y donde se lucha
día a día por encumbrar y extender aún más la cultura del vino. Desde la Ribera
del Duero nos trasladamos a visitar a la competencia… visita a La Rioja.
Ya
estamos llegando a Haro que se ven las luces…. Esta frase no es mía, es
popular, y viene de que Haro junto con Jerez de la Frontera fueron los primeros
pueblos de España en tener alumbrado público, los dos pueblos de tradición
vinícola, ¿coincidencia? ¿Casualidad?, yo creo que más bien no, al final el
vino parece que va más ligado a la economía de lo que nos creemos… Decir Haro
es igual a decir vino y tradición, en Haro se concentran bodegas de prestigio,
centenarias, algunas de las más antiguas de La Rioja; Paternina, Muga, Bodegas
Bilbaínas, Cvne…. y estas dos últimas son las que visitaremos.
En
pleno Barrio de la estación de Haro, nos sumergimos en unas edificaciones que
más parece un pueblo entero que una bodega, almacenes que quizás en otro tiempo
pertenecieron a la estación, no lo sé, pero ese aspecto le confieren,
viviendas, jardines de grandes proporciones, naves, cocheras… Nos reciben y nos
entregan una copa que portaremos durante toda nuestra visita e iremos
rellenando en diferentes puntos con distintos caldos, ya solo este detalle me
parece un marketing excelente, normalmente en las visitas las catas y las
degustaciones se dejan para el final.
Y
empezamos la visita, y nos cuentan que su andadura empezó por unos productores
franceses afectados por la Filoxera que arrasó y diezmo sus viñedos en el siglo
XIX con la intención de elaborar vinos para exportar a su país y cubrir las
demandas existentes… Cuatro décadas después lo compra un grupo de empresarios
Bilbaínos (de ahí el nombre de la bodega) y se hacen con 13.500 m2 de terreno
(todo el mundo sabe que los vascos no se andan con ostias), en sus entrañas se
encuentran 3.400 m2 de calados (bodegas subterráneas) uno de los mayores de la
Rioja y en la actualidad cuentan con 250 hectáreas de viñedo propio.

Aún sin
chuletillas, sin chorizo, sin morcilla y sin panceta me pareció una gran
visita, digna de recordar, tan digna como su Viña Pomal, vino insignia de esta
gran bodega.
Con
esto es hora de comer, nos espera la famosa “herradura” de Haro en el casco antiguo que es algo así
como la calle laurel de Logroño a su escala claro, nos esperan unos pinchos,
unas tapas y seguramente más vino, si, más vino que estamos en Haro!!!.
Continuará…
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