Observadores Onanistas

jueves, 11 de julio de 2013

Las meriendas de mi antaño.

Con más aburrimiento que hambre me dirijía ayer tarde, en horario de merienda a la nevera, ¿qué como?, vistazo de arriba a abajo, lo que hay no me apetece... ¿como puede ser posible?, hoy en día pueden existir a nuestra disposición 50.000 cosas merendables... estoy en un estado que mi pareja suele denominar "golusmión" (abrá que proponerlo a los señores de la Real Academia de la Lengua como palabra a introducir en el diccionario). Golusmión; dícese de la persona que aún sabiendo que no tiene hambre se dirije a la nevera o despensa con el fín de satisfacer un estado mezcla entre gula y lascivia culinaria.

El caso esque este rato de incertidumbre "merendil", me llevó a las meriendas de mi antaño, ¿como se lo montaría mi madre, que podrían pasar semanas sin repetir ni una sola merienda?, recordaré solo las meriendas de bocata, las de entre pan y pan, nada de elaborados, fritangas, tartas, helados ni frutas. Imagino que en cada región se usarian unas u otras marcas yo contaré las que me tocaron a mí, las que disfruté yo.


Empiezo con las más comunes, los de toda la vida; bocata de chorizo, de jamón serrano, salchichón en aquellos tiempos en mi tierra nadie conocía la existencia del fuet, bocata de queso, de jamón york este era bastante menos emocionante que el serrano, luego la industria de embutidos se modernizó y llegaron los bocatas de chopped y mortadela, esta última en versión normal y con aceitunas.

Nos ponían alguno mas ancestral incluso como el pan con vino y azucar, seguramente las madres de hoy se echarán las manos a la cabeza.....

Recuerdo con mucha nostalgía el ya desaparecido Tulicrem, nadie supo nunca que fué de él, nose sabía si era mantequilla con chocolate o chocolate con mantequilla, y supongo que sería una bomba calórica, poco nos importaba por aquel entonces... el que sí que se quedó más tiempo fué su hermano Tulipan, el del mítico anuncio que bajaba un helicóptero del cielo, se trataba de Margarina, que nunca he entendido bien de que es exactamente, a mi parecer debe ser algún sucedaneo de la mantequilla, de cualquier modo nos lo ponían en pan con azúcar por encima.

Hablando de grasas y calorías en todo menú infantil de meriendas de antaño no podía faltar el paté la piara, porsupuesto más bueno que el pan.

Poco importaba sus altos contenidos en grasas y  azúcar, era ver un bote de leche condensada la lechera y relamerse, al principio en bocadillo, una vez que te comías el bocata te habias convertido en un yonki y chupabas el bote al que todo el mundo tenía hecho dos agujeros, uno para chupar y otro para que entrase aire y pudiese mover el denso líquido, al final acababas con los dedos pegados al bote.

Tampoco estaban nada mal las meriendas de quesitos, pequeñas porciones triangulares, unas de queso del Caserio y otras de membrillo que no recuerdo de que marca eran pero que traian consigo pegatinas de regalo.

Y ya para finiquitar este post mención especial al chocolate de tableta que de aquellas era de la Campana de Elgorriaga y nos endulzó tantas y tantas tardes, mientras veíamos a los habitantes de Barrio Sésamo pululando en nuestras pantallas no planas.






No hay comentarios:

Publicar un comentario