Salimos de Amayuelas, de sus casas de orfebrería y de su arte impresa en fachadas para volver a
encontrarnos una vez más con el Canal de Castilla, esta vez en un punto clave,
la triple esclusa de Calahorra de Ribas en Ribas de Campos, aquí fue donde
comenzó todo, mis pies pisan el lugar donde un 16 de julio de 1753 se puso la
primera piedra de esta ambiciosa obra de ingeniería que pretendía unir Castilla
con el Cantábrico. Junto a las esclusas aún
se resisten a perdurar en el tiempo los restos de lo que fue una pequeña
central hidroeléctrica.
Ya está anocheciendo y nos vamos acercando a Palencia, aún
nos queda tiempo y baterías en la recamara y mi guía aun está dispuesto asique
hay que aprovechar.
Desde la carretera se vislumbra el Cristo del Otero que es
algo así como el Cristo de Rio de Janeiro (Cristo del Corcovado o Redentor) en versión
Palentina, y quien no haya aplicado está comparación seguramente miente, la
verdad que no tiene nada que desmerecer el uno del otro, vale que el Brasileño
está considerado la estatua más grande del mundo incluso reconocida como una de
las nuevas siete maravillas del mundo, pero tan solo le saca 9 metros de
diferencia, 21 metros el del Otero y 30 el Redentor, y ni siquiera se puede
decir que uno sea una copia del otro pues ambos son de 1931, decepciona un poco
que no se pueda llegar hasta los mismos pies del Cristo, lo impide una ermita,
decepciona aún mas que no se pueda subir a la cabeza del Cristo, se dice que
sus ojos son ventanas pero luego me pongo a reflexionar y me doy cuenta que
tengo una maravilla arquitectónica a tiro de piedra de casa, parece que
valoramos siempre más lo que está lejos.
Bajamos del Cerro donde nos vigila a nosotros y a toda
Palencia el Cristo del Otero y nos adentramos en la Ciudad, ya es completamente
de noche y bordeamos la Catedral, la bella desconocida iluminada nos muestra su
esplendor austero, sin rimbombancias, la pomposidad no es para ella y no con
esto escatima en belleza, no vamos a entrar, solo la bordearemos, y veremos sus
sorprendentes gárgolas (incluido un fotógrafo y un esqueleto humano) y los
alien enfrentados que moran en el arco de
la puerta de los Reyes. La calle Mayor
hierve a estas horas en que los comercios están a punto de cerrar.
Como colofón a nuestra jornada mi “sherpa Palentino” me
lleva a una exposición un tanto peculiar ubicada en una residencia de ancianos,
se trata de la colección de medicina y farmacia de la fundación benéfica San
Bernabé y San Antolín… Hasta ahí todo normal, todo empieza a ponerse
emocionante cuando te vas dando cuenta que los artilugios datan aproximadamente
de 1900, se puede ver un aparato de rayos X de la época, material quirúrgico de
diferentes especialidades, sierras, abrebocas, dilatadores vaginales y hasta
una subestación eléctrica que más parece la máquina que llevó a la vida a Frankenstein…
También se pueden ver reproducciones con
los objetos reales de lo que fueron la sala de consulta y el quirófano… Y te
alegras mucho, muchísimo de lo que ha avanzado la ciencia y la medicina, porque ves lo utensilios y aún rezuman ese "no se que" que hace que te recorra un escalofrío por la espalda.
Pero las jornadas dan hasta donde dan y a esta ya no se le
puede pedir más, porque la hemos exprimido al máximo, me alegro por estos nuevos
descubrimientos, me alegro de esta invitación tan bien elegida y de estar
acompañado de alguien que ha puesto tanta ilusión en compartir este día y estos
lugares conmigo, así acepto mil invitaciones.
GRACIAS ADRIÁN!!!.
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