Observadores Onanistas
jueves, 12 de diciembre de 2013
Regreso al pasado. Nivel 3. Elemento muerte.
Muerte seguramente sea la palabra más horrorosa que posee nuestro diccionario.... Hay otras casi tan malas como miedo o dolor, pero incluso estas, tarde o temprano se acaban pasando, sin embargo muerte es de por vida, no hay retorno es irrevocable e irreversible, es desoladora.....
Creo que en toda mi vida jamás me acostumbraré a la muerte, aunque me tocará volver a convivir con ella, así son las reglas del juego, y volverá a arrancarme amargura, llanto y el odio incontenible del desconcierto en el que te envuelve, pues no hay nada peor que no encontrar respuestas, no saber qué es lo que pasa, que hay detrás de ese viaje sin retorno. Supongo que aunque no me acostumbre a ella, cada día iré aceptándola un poquito más, no nos queda otra....
Si para alguien adulto esto ya escapa de su "jurisprudencia emocional" en la mente de un niño esto se puede multiplicar y elevar a la enésima potencia, y me "mente-transporto" a mi niñez y se agolpan entre mis recuerdos varios agobiantes casos relacionados con la dama de la guadaña.
Imagino que el crecer en un pueblo pequeño hace que tengas más contacto con lo fúnebre, te conoces entre todos, grandes y pequeños, y cuando hay una mala noticia, el suceso corre por las calles a velocidad de adsl, posiblemente en una ciudad esto se puede encubrir o apartar de los más pequeños, en un pueblo es imposible... A veces la crónica es abrupta, resultante de algo fuera de lo común, un accidente o que araña lo misterioso, a veces te pasa rozando... A veces te da tan de lleno que hace temblar tus cimientos, a veces te genera recuerdos y a veces te marca a fuego de por vida.
Nunca se me olvidará la muerte de Benito... fue una navidad de hace mucho tiempo, yo apenas era un niño con pelusa bajo la nariz que pretendía a toda costa convertirse en hombre. Durante este tipo de vacaciones por regla general en los pueblos te buscaban algún "quehacer", del tipo limpieza de corrales de gallinas, cerdos u otros animales, deshollinar las chimeneas, barrer las cocheras y así un largo y enorme etc. Ese día me tocó hacer leña en el corral, eran troncos de pino, y el pino no supone mucho esfuerzo a la hora de partirlo y trocearlo, asique preparé el hacha con idea de entrar rápidamente en calor y acabar cuanto antes con la tarea.
La puerta del corral da a una calle, y de vez en cuando se oyen pasar coches, gente que va de un lado a otro, algunos se detienen a hablar o se saludan. La vieja puerta de madera del corral está en frente de la casa de Benito, veo por una rendija de entre la madera a María que bien temprano lleva algo entre las manos, parece algún tipo de cazuela, y aporrea la puerta de Benito, pero no contesta nadie, ni siquiera cuando lo llama a voz en grito.
Continuo sacudiendo la madera con mi hacha, haciendo trozos del tamaño suficiente para que luego se puedan usar en la cocina económica, bien avanzada la mañana Maria repite la operación en la casa de Benito con el mismo resultado, incluso se cruza con algún que otro vecino que deambula por allí y comentan lo extraño que resulta que Benito no de señales, es un hombre de costumbres, de los de levantar la persiana temprano, de no viajar ni ausentarse de casa más de lo estrictamente necesario, al campo tampoco ha salido pues se oye a su perro en el portal y este siempre lo acompaña.
Decido hacer un alto en mi tarea y dar cuenta del bocadillo que ha preparado mi madre para la faena, de vez en cuando oigo pulular a María nerviosa sin saber muy bien que hacer, es casi mediodía y parece que empieza a sospechar que algo malo sucede. Se oye un coche aproximándose, es Camilo, para a saludar a María y esta le cuenta su desazón. Camilo ve que María esta alterada y piensa en ayudarla, aparca su coche y empieza la infructuosa aventura de llamar a Benito. No va a cejar en su empeño, sopesa los pros y los contras con María de tirar la puerta abajo, y optan por ir a por una escalera y romper el pequeño ventanal desvencijado que saben que da a su habitación, entre tanto suspense mi hacha está ya olvidada en un rincón del corral.
Desde una de las rendijas de la gran cantidad que ostenta la centenaria puerta de madera observo a Camilo subir por la escalera, y vencer de un solo golpe la maltrecha ventana, se asoma a la habitación, pone un pie dentro, otro.. Baja... murmura algo a María y se oyen lamentos... desaparecen.
No puedo despegarme de la puerta, sé que está sucediendo algo malo, pero mi mente juvenil no llega a comprender lo que pasa, o no quiere comprenderlo, es como si necesitase el veredicto final, aunque a estas alturas de la película ya debería de conocer el desenlace, vuelve María, esta vez acompañada de Fernando juez de paz del pueblo, vuelve Camilo, también acompañado, es Victoria que junto con su marido regentan un taller de aluminio, al poco se persona un coche patrulla de la guardia civil, hablan entre ellos brevemente y uno de los guardias sube por la escalera exterior que ha dejado colocada Camilo, se cuela en el interior y baja hasta la planta baja a abrir la puerta principal para que puedan entrar todos.
Me debato unos instantes entre seguir mirando o no, estoy hecho un manojo de nervios, sé que si me quedo mirando me va a pasar factura, pero si no lo hago.... después de llegar hasta aquí... me puede el morbo... decido seguir mirando.
El cuerpo inerte de Benito es bajado entre todos en una sábana blanca hasta el portal de su casa, ya se me disipan todas las dudas... a muerto... Victoria sale y abre las puerta de su furgoneta, de ella extraen un ataúd, imagino que pasarán a Benito de la sábana al ataúd, ya tengo suficiente, ya no quiero ver más.
NOTA: los nombres de los verdaderos protagonistas han sido cambiados para proteger su intimidad, la historia es real como la muerte misma.
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