Observadores Onanistas

jueves, 19 de febrero de 2015

"Anday al Monte"




Definitivamente hay veces que me siento tonto…. O acaso lo soy…. Tengo el monte a tiro de piedra de casa, tan a tiro de piedra está que no necesito ni usar el coche para acceder a él, caminando me presento en un “plis plas”, un lujo más a mi alcance, y gratuito hasta que se demuestre lo contrario. El caso es que no le estoy prestando ninguna atención, le tengo en desuso, olvidado.

No es que sea un monte de enormes proporciones, más bien es lo contrario, es un monte mp3, comprimido y reducido, mejor… así no me pierdo, aun así viene equipado con todo los detalles propios de un monte.


Tampoco es que no haya hecho uso de él nunca, decir eso sería mentir, pero eran otros menesteres, recuerdo que de muy pequeños nos subía al monte algún padre y allí echábamos la mañana, construíamos casetas con tamuja (la hoja del pino), corríamos entre los árboles y volvíamos a casa con las manos pegajosas de la resina de los pinos, sí, disfrutábamos de ello, pero nos hubiese dado exactamente igual si en vez de al monte nos hubiesen llevado… yo que se…. A un parque o a una pradera, a esa edad salir de casa ya era toda una aventura.


También en la adolescencia tuve mis “momentos monte”, recorrer sus caminos en moto era una pasada, más bien por la moto claro… lo de “andar y monte” parecían palabras reservadas para personas mayores que acudían a diario a su cita con “la ruta del colesterol” y que se masificaba en los atardeceres de verano como la M-30 en fin de semana. Ahora soy consciente de que andar y monte forman parte de la sabiduría viejuna (esta frase me ha quedado un poco “memorias del abuelo cebolleta….”)

Lo nuestro en aquella época eran más bien paseos nocturnos, lo del día era cosa de viejos sin embargo la noche ofrecía más posibilidades, el frescor nocturno, tumbarte a ver las estrellas, algún que otro botellón, o flirteo, es más fácil ligar a oscuras para que no te vean la cara de gilipollas que pones tonteando en plena de edad del pavo.


También fui al monte de una manera productiva (no ociosa), cuando hubo que cortar leña, todo legal, nada de cortas ilegales o furtivas, además de beneficioso para la limpieza del mismo. Mi monte también te ofrece oportunidades gastronómicas como la recogida del nícalo en temporada de setas, cosa que a mí no me emociona demasiado porque mi daltonismo convierte la recolección de setas en deporte de riesgo.

El domingo por la mañana me eché al monte, hice una reserva por dos horas de entrada y salida para el mismo domingo, nada de carreteras, solo camino o monte a través… escuchando los sonidos del monte: pájaros, viento, crujir de ramas, el balanceo de los árboles, huida de algún pequeño mamífero… Respirando los aromas del monte: arena, pino, romero, tomillo o las especies que sean (no soy plantólogo), en definitiva disfrutando y redescubriendo, y desintoxicándome del asfalto. Pude comprobar que solo el ser humano es capaz de sabotear una obra de arte.






4 comentarios:

  1. Uno de los mejores regalos de haber dejado la ciudad por el campo son los paseos por el monte. Limpian los pulmones, la mente y el ánimo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya ves, y los que lo hemos tenido desde siempre aveces no lo valoramos, Gracias Andrea por leerme.

      Eliminar
  2. A mi me encanta el monte, pero sobre todo el monte de mi pueblo.Cuando paseas por él ....con tranquilidad..... saboreando su paz... sus sonidos y sobre todos sus olores, te carga de una energía especial.
    Claro que recuerdo cuando era pequeña y subíamos al monte a hacer las casetas con las mayores, y jugábamos a madres y a hijas en esas casetas que tenían camas, fregaderos, televisiones, sofás ...¡ Qué imaginación y qué creatividad! ¡Qué bien lo pasábamos! Esta felicidad se unía al temor de que no nos descubrieran los chicos, pues si lo hacían nos destrozaban las casetas, que con tanto esfuerzo y mimo hacíamos, al temor de pensar que podría venir algún animal grande o algún hombre desconocido. Yo creo que la suma de todo esto, la diversión, la creatividad, el esfuerzo y el temor, hacía de ello una algo fascinante.
    Me ha hecho mucha gracia, cuando dices que debido a tu daltonismo la recolección de nícalos se convierte en deporte de riesgo. No lo había pensado nunca así, pero tienes toda la razón.
    Sigue disfrutando nuestro monte....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un placer compartir situaciones o vivencias parejas.... Gracias por leerme.

      Eliminar