La
criatura cumple 2 años, como pasa el tiempo!!!... Aún parece que fue ayer
cuando salía de mis entrañas, pero ya han pasado 2 años, con sus
correspondientes dimes y diretes, con sus idas y venidas con subidas y bajadas.
Y en
este tiempo como debería ser lo normal con cualquier hijo aprendí a quererle,
con sus virtudes y sus defectos, y aunque sé que no es cierto sino que es amor
de padre muchas veces me parece el hijo más guapo, el más listo y el más fuerte.
Tengo
que dedicarle tiempo, por su crecimiento personal, por su crecimiento
espiritual, porque estoy en la obligación de alimentarlo, vestirlo, protegerlo,
cobijarlo cuando lo necesite, defenderlo de las injusticias… es mi obligación,
si lo he traído yo a este mundo debe de ser con todas las consecuencias, no
puedo abandonarlo en la primera gasolinera, o en la puerta del convento de las
hijas del Cristo de los clavos caídos.
Tampoco
es cuestión de estar todo el día detrás de él con la vara de mando o con los
brazos abiertos por si en su torpe avance se cayera, no quiero sobreprotegerlo
ni malcriarlo, solo estar cuando hay que estar, cuando la situación lo
requiera, además tampoco tengo tiempo para que esto sea sí.
Ya sé
que a veces me olvido de él… bueno, ni siquiera esto es cierto, realmente jamás
me olvido de él, cuantas noche me habrá tenido en vela… cuantos días me habrá
usurpado el seso… y le doy vueltas y más vueltas pensando si estoy siendo un
buen padre, si recorro el camino de baldosas amarillas o me estoy yendo fuera
de pista… Me obsesiona su salud, y me hace cavilar y esforzarme en el intento
de que crezca sano y fuerte, intento encauzar su búsqueda de la razón y en
dirección hacia ciudad coherencia, pero también disfruto y me rio con sus
monerías y con sus tontunas, que importante y necesaria es la risa en nuestras
vidas.
Obviamente
me molesta cuando alguien le molesta, le insulta o le falta al respecto,
posiblemente si hace algo mal seré yo el primero en reprenderle, también tiene
derecho a equivocarse, y seguramente eso sea una de las mejores lecciones de su existencia.
Mi
agradecimiento paterno a todos los que os interesáis por el bien de mi hijo, a
los que lo visitáis de forma asidua o esporádica, de aquí o de la otra parte
del mundo, en esta casa las visitas son siempre bien recibidas, espero y deseo
seguir viéndolo crecer y que vosotros lo veáis también.
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