Observadores Onanistas

jueves, 26 de junio de 2014

MUSEO DE LA MINERIA Y DE LA INDUSTRIA (MUMI).



Esta vez me dirijo hacia la zona minera por excelencia de Asturias, El Entrego, una población con olor y sabor a carbón, al auge de la minería, con galerías y túneles excavados por doquier para su explotación y al parecer todavía hoy con algún pozo en activo.


Las historias están para contarlas, y precisamente no tantas profesiones habrán sufrido cambios tan drásticos y evoluciones tan importantes como la industria de la minería, que aunque siga pareciendo un oficio propio del paleolítico, si se rasca y se indaga un poco intentando conocer y acercarse a este quehacer tan importante y necesario, te darás cuenta de la notable evolución que se ha ejercido en las batallas de los viajes a el centro de la tierra. 


Para contarnos esta evolución nada mejor que el museo de la minería y de la Industria, un museo que se deja conocer, un museo donde se expone y se aprende, un museo que se deja tocar, porque en el Mumi la mayor parte de lo expuesto se puede tocar, o montarte, excepto la parte de explosivos (gracias a Dios).



Nada más llegar te encontraras con maquinaria grande en el aparcamiento, locomotoras de época utilizadas por la minería, vagonetas, y el enorme edificio de entrada de forma redondeada con dos naves anexas, la visita se divide en dos partes; museo y mina, una vez que entras al museo y sacas el ticket te asignan un turno para posteriormente bajar por grupos a la mina, mientras esperas a ser llamado vas visitando la exposición del museo, básicamente el museo está compuesto de maquinaria empleada en la mina, pero mucha de ella se ve en funcionamiento, o la puedes accionar tú mismo, por poner algún ejemplo yo me subí a una rueda de madera gigante tipo la noria de los hámster que con una persona andando dentro hacia posible la subida del agua, también probé a montarme en alguna de las minúsculas vagonetas que en ocasiones trasportaban a los obreros en una especie de terrorífico trenecito.


Seguramente todos los artilugios expuestos tendrán un valor considerable pero realmente la joya de este museo es la mina, no sabes exactamente en qué punto estás si en una mina real o en una reproducción, al mando de la visita un auténtico minero, de los que les gusta su oficio con restos de hulla entre la uñas y el culo pelado de los roces del mineral. Se empieza entrando por el ascensor y simulando una bajada de lo que sería la “jaula” de los mineros, te hablan de la profundidad de la bajada, del tiempo empleado en la misma, todo se vuelve oscuro, y aumenta el ruido por la fricción de las cadenas al ir ganando velocidad en la bajada.


Una vez abajo lo primero es ponerse el casco, seguridad ante todo, vamos andando por un galería enorme y muy bien acondicionada para facilitar la visita, en el suelo una pequeña senda de hormigón, una vía de railes para las vagonetas y el resto tierra o grava, el minero nos va explicando y nos va metiendo en situación, hay que imaginárselo lleno de polvo flotando en el ambiente, y poca iluminación, nos enseña cómo van reforzando las paredes en su búsqueda de seguir avanzando y sujetar el techo, así pues vemos paredes cubiertas con unos maderos grandes entrecruzados por otros más pequeños, según vayamos avanzando por la galería y en el tiempo veremos cómo posteriormente se empezó a utilizar el hierro y la misma piedra para la sujeción en sustitución de la madera, incluso en un tramo hay un simulación de lo que sería un derrumbamiento, de como los hierros han cedido ante la enorme masa de piedras y arena.



Nos cuenta como llevan las tuberías necesarias en la mina, el agua, el aire, se van abriendo galerías, a la izquierda o a la derecha, hacia arriba o hacia abajo o en vertical, las betas de carbón son caprichosas, y tienen que ir poniendo a veces portones a las galerías para canalizar el aire y las corrientes, nos enseña lo que podría ser perfectamente una beta y se ve una especie de chimenea que sube en vertical unos 80 metros, han construido al lado de la chimenea una escalinata para que podamos ascender y verlo, y subimos y te ves engullido en un cubículo no apto para claustrofóbicos, con luz reducida, y te imaginas a los profesionales de la mina avanzando en una postura muy forzada y una vez más cubiertos del polvo del ambiente, así nos decía el minero que hay que echarle valor porque si no la mina te come.


Si bien es cierto que tecnológicamente la minería ha evolucionado de una forma espectacular me sigue pareciendo una labor de chinos, y aunque ahora poseen barrenadoras, cuchillas, equipos de extracción etc. Hablaban de un avance por turno de unos 2 metros aparte de que claro todo lo que piques hay que moverlo, limpiar y rellenar y ponerlo seguro, asique no me quiero ni imaginar en la época en la que tu vida no valía dos reales, las minas serían prácticamente el equivalente a un campo de concentración.


Entre los grandes avances también se cuenta con equipos de detección de gases, todo el mundo sabe que antaño los mineros entraban con un pájaro enjaulado y que este viviese era la forma de dictaminar que el aire era seguro pero pocos nos damos cuenta hasta que nos lo cuentan que obviamente no existían ni equipos led, ni linternas ni nada parecido, asique al entrar con un candil o cualquier otro tipo de fuego ellos mismos se convertían en su principal enemigo, portando en sus manos el detonante de su muerte, como apunte nos contó que en Reino Unido los portadores de los candiles y los que iban abriendo paso eran los reos condenados a muerte, y aunque suene fuerte decirlo cumplían dos funciones, una comprobar la calidad del oxígeno (que no existiesen gases) y en caso de encontrar gases explotaría lo que limpiaría la zona y abriría nuevas vías.


Ni que decir tiene, que en la mina hubo niños trabajando, ni que decir tiene que era un trabajo extremadamente duro, ni que decir tiene que habría negligencias importantes por ahorros económicos o por avaricia lucrativa que se llevarían muchas vidas por delante, ni que decir tiene que la vida de un minero corre hacia la muerte mucho más deprisa. 

Merece absolutamente la pena ver este museo y descubrir el pasado para entender el presente y ver que gracias al sudor y al esfuerzo de muchos hoy podemos estar donde estamos. Mi enhorabuena también a este minero por enseñarnos y explicarnos también su trabajo.




4 comentarios:

  1. Muy bueno tu relato! Habrá que ir en Agosto.

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    1. Si vas por la zona visitaló sin lugar a dudas. Gracias por leerme.

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    1. Realmente lo es, aunque es mejor escucharlo de boca del minero, a mí me gusto mucho. Gracias Aurora por leerme.

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