Con 10 años de andadura y 1.4 millones de visitas el Museo del jurásico de Asturias (MUJA) se alza con el título de museo más visitado de la región Asturiana, se encuentra a pie de costa con auténticas vistas de mar y montaña entre los municipios de Colunga y Lastres este último muy conocido por centrarse allí el rodaje de la serie Doctor Mateo.
En una
explanada inmensa, rodeados de eucaliptos y dispersos entre sí, reproducciones
de dinosaurios de resina a escala real; Brachiosaurus, Tyrannosaurus Rex, Triceratops o Pelecanimimus entre otros, el edificio que alberga el museo con
forma de huella invertida de dinosaurio (o molde de huella), un bar, cafetería,
restaurante y una muy acertada zona de recreo infantil con infinidad de
columpios.
Existe una tarifa de entrada al museo que no hemos abonado puesto que es miércoles y al parecer en este día la entrada al mismo es gratuita, igual esto explica los 12 autobuses que hay en el parking y las hordas de niños que pululan descontrolados por los alrededores con su correspondiente griterío.
En el
interior huesos y más huesos, unos sueltos y otros montados entre sí formando
reproducciones, pero no deja de ser eso… reproducciones, no soy ningún friki
del tema, casi casi lo poco que conozco se reduce a la trilogía de películas de
Parque Jurásico, incluso desconozco su valor a efectos científicos y de
investigación, pero tengo la liviana sospecha de que este museo es algo así
como “el museo de cera del jurásico”, es como el quiero y no puedo del
Mesozoico… ¿De qué me sirve ver un esqueleto de dinosaurio si es falso?, al
final la excusa de que han encontrado huellas y otros fósiles cercanos no me
sirve, para llenarlo de imitaciones, el museo podría estar aquí o en el palacio
de cristal del parque del retiro (por decir algún sitio).
No digo
que sea un mal museo, reconozco que el edificio es espectacular, está claro que
en su construcción no se escatimó ni en recursos ni en imaginación, está todo
muy limpio y muy bien organizado, con pasillos amplios, e incluso con zonas más
amplias en algunos puntos permitiendo explicaciones a los guías y relajar y
domar durante algún tiempo a los clanes de “locos bajitos”.
A la salida comprobamos lo acertado de la zona
de recreo infantil, el ejército de mocosos había acampado allí ocupando y
atestando las instalaciones, ya no miraban los huesos del interior del museo,
ya no se hacían fotografías en las reproducciones del exterior, su máxima preocupación
era encontrar un hueco libre en el balancín, en el columpio, o pillar un buen sitio
en la cola del tobogán.
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