Veo en
mi retrovisor de la vida, en un pequeño reflejo difuminado el recuerdo de las
vacaciones, se va empequeñeciendo mientras me alejo, evaporándose y desvaneciéndose entretanto me dejo abrazar y arropar con los brazos de la rutina que ha vuelto
para quedarse, porque ya la toca, es su momento.
Era
necesario parar, despojarse de la vestiduras harapientas que proporciona el uso
y el desgaste continuado, quitarse el polvo de los caminos acostumbrados, limpiar
la roña espiritual que se adhiere en lo habitual, y dejar a la mente surcar
otros confines permitiéndola ver otras perspectivas.
No digo
que en lo cotidiano esté la parte amarga de nuestra existencia, todo lo
contrario, hablo de la necesidad de variar, de modificar el comportamiento
obsesionado de la subsistencia, de renovar la savia para crecer más fuertes, de
aspirar aires nuevos, distintos y limpiar los pulmones del ambiente viciado de
nuestras conductas ordinarias.
Mi vuelta a los ruedos ya es inminente, y en ella me encuentro con partes contratantes que dejé a la deriva temporalmente, y que ya es hora de retomar, de subirme a carros en los que estoy porque me apetece estar, aunque lleven su tiempo, su esfuerzo.
Me alegro que hayas vuelto, ya tenía ganas de leerte!
ResponderEliminarY yo de escribir y de que me leais. Gracias por leerme.
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