Se
regala mascota por no poder atender, aunque parece un poco raquítico se
encuentra en perfectas condiciones físicas, no necesita apenas mantenimiento
pues come lo que pilla por ahí, es muy independiente y le entusiasma volar y
que le rasquen detrás de las orejas, aunque por lo general le asustan los
movimientos rápidos de manos, se entretiene recorriendo la pantalla de la
televisión y le chiflan las luces hasta el punto de volverse loco con ellas,
tiene un miedo atroz a los aerosoles, suele estar casi siempre muy alegre y en
ocasiones se vuelve pesado, incluso lanza algún que otro ataque.
Solo
pido que se le trate bien, puede parecer un vulgar mosquito pero en realidad se
trata de un alma atormentada.
Todo el
mundo sabe que cuando se muere físicamente, nuestro alma, nuestro ente, nuestra “esencia” adquiere un estado de
antigravedad al abandonar el lastre corporal y flota y se eleva y por una
extraña razón que sobrepasa nuestra comprensión te ves encaminado a un lugar
que ha pasado a denominarse como “el túnel”.
El
túnel no es otra cosa que nuestro último peaje, posee una luz cegadora al
final, y hacia esa luz nos dirigimos todos y cada uno sin excepción, se sabe
que si atraviesas la luz sin problema es que te has ganado una plaza en régimen
de todo incluido en el paraíso para toda la eternidad, sin embargo si no
atraviesas la luz es porque en vida has sido nominado demasiadas veces, tienes
antecedentes por lo civil y por lo criminal o no has ido por el camino correcto
durante tu estancia carnal.
Si se
te deniega el acceso a la luz, automáticamente te conviertes en insecto
volador, ese es el verdadero infierno, puede que te toque mosca, mosquito, “chínfano”,
tábano o polilla, al principio todo parece genial por aquello de tener alas y poder volar, pero todo se empezará a
torcer en cuanto seas consciente del irrefrenable atractivo que te proporcionan
las cosas hediondas, te volverá loco la mierda, siendo esta tu pan de cada día.
Cada
vez que llegue la noche y se prenda una luz, tendrás la sensación de que tienes
una nueva oportunidad tras aquella primera luz que te fue rehusada, esa es la verdadera
razón por la que todos los insectos voladores se vuelven locos con la luz, y
acabarás exhausto intentando inútilmente traspasarla.
Este amargo
estado post mortuorio hace que los insectos voladores cojan un inusitado odio a
los humanos, y la envidia hacia la vida de estos será el motor y el motivo de
los continuos ataques y picaduras.
Una vez
muerto el insecto volador, después de haber pasado por ese infierno y del
evidente calvario, se genera una nueva oportunidad para el individuo, no podrá
volver a ser humano, pero se reencarnará en animal, puede que perro, morsa,
buitre o elefante, lo importante es que tiene una nueva ocasión para enmendar
sus errores, sino la aprovecha será game over.
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