A la vejez...

Tengo un miedo atroz a hacerme mayor, bueno… más que a hacerme mayor a convertirme en viejo, andar como un viejo, hablar como un viejo, vestir como un viejo, pensar como un viejo…. No quiero hacer de este post algo despectivo hacía los viejos, porque quizás algún día yo mismo forme parte de ese selecto club, sería como el escupitajo hacia arriba que acaba por volver para caerte en la cara.

Sí que es verdad que la evolución homínida nos hace disfrutar de una mejor vejez o de una cierta calidad de vida en los fulgores de la misma, pero opino que es otra paparrucha de la creación, otra verdad maquillada, y veo viejos que al que más y al que menos le duele algo, siempre con dolores, con lo que a mí me duele que me duela, gente aferrada a sus pastilleros como si eso les salvará del abismo, a todos les sacaron alguna tara en la última “itv”, y en su historial quedó reflejado; diabetes, hipertensión, arteria obstruida, corazón, riñón o pulmón, al menos podrán decir que todavía tienen algo que ver con algún tipo de juventud: van de pastillas hasta arriba!!!.

El problema es que nadie sabe cuánta arena han puesto en tu reloj de la vida, y la vas dejando pasar; - Va!!! Todavía tengo mucha arena por delante!!!. Últimamente me despierto con la sensación de que se me está pasando el arroz para según qué cosas, pero sobre todo de cometer “locuras”, que nadie se vaya a pensar ninguna mamarrachada, hablo de hacer cosas de “jóvenes” (porque yo todavía lo soy), aunque a efectos legales tenga que cumplir con mis obligaciones.

Me siento en una terraza a tomar unas cervezas y observo a los viejos, ensimismados en su mundo, absortos en sus pensamientos, pero no se en lo que piensan, caminan y se mueven a cámara lenta, eso tiene que ser un mazazo para un cerebro acostumbrado durante 70 años a moverse con agilidad, ¿cómo coño se puede asimilar tu nueva torpeza?, me cuesta mucho tragar la palabra resignación, se me atraganta y se me hace bola, no me pasa ni con la cerveza.

Me niego a que nadie me tenga que limpiar el culo, para eso me enseñaron mis padres a hacerlo, me niego a tener que andar con un "tacatá", ya pasé por ello y entendí que la mejor manera era caminar derecho, me niego a que me fallen las fuerzas, a perder la memoria, los dientes, el oído, y la ilusión.

No quiero Benidorm en mayo, ni misa los domingos, ni pasear por las obras, ni partidas de petanca, no quiero bastón, ni sonotones, no quiero dentadura postiza, ni pañal para las pérdidas, ni asistenta social, no quiero que me entretengan unos niñatos con cualquier absurda actuación, ni bingos del tres al cuarto, ni pelear por 2 céntimos en las partidas de brisca del bar, no quiero visitas esporádicas al hospital o a la sala de urgencias, ni deambular por los centros comerciales o mendigar en una enorme cola cualquier comida subvencionada.

Mis respetos hacía los viejos, hacia vuestros viejos, hacía mis viejos, estoy seguro que ellos no lo han elegido, les ha venido impuesto con el i.v.a del 21%  y con recargo, porque así está estipulado en nuestro contrato genético, hasta el olor les delata, puede que algún día yo…. También huela a viejo.




Una vez más GRACIAS a el gran Rodrigo Mena por prestarme fotos de su viaje a Nepal para ilustrar y aportar calidad a un post de este blog, estas y otras de sus fotos las puedes ver pinchando aquí.