Observadores Onanistas

domingo, 17 de marzo de 2013

La Ruta del Cares.

 Con anhelo de redescubrir la incomparable Ruta del Cares amenecimos el viernes, el tiempo había mejorado sensiblemente, pero la nieve parecía haberse acomodado en las cumbres. Esta ruta ya la recorrimos hace unos 15 años, y quedamos seducidos ante su belleza, aquella vez comenzamos desde Poncebos hacia Caín, sin embargo ahora nos planteamos el hacerla en sentido contrario debido a que el alojamiento era más cercano a Caín, aún así casi 60 km de sinuosa carretera de montaña nos separaba, lo que calculamos a ojo de guia repsol que nos llevaría hora y media aproximadamente, tendríamos que cruzar dos puertos de montaña. Ya nos avisó la propietaria de el alojamiento rural (la casona de Sames) de las incontables curvas y del encanto del paisaje, no erró ni en lo uno ni en lo otro, y detrás de cada nueva curva vislumbrábamos más y más belleza a nuestro paso, cuanto más subiamos mas nieve íbamos encontrando a nuestro alrededor, circulabamos por el puerto de El Pontón de unos 1.200 metros de altitud ya en la comunidad autónoma de Castilla y León. Con semejante hermosura a nuestros pies no nos quedaba por menos que detener el coche de vez en cuando para babear con las vistas, sacar fotos y jugar con la nieve. Entre arranca y para inconscientemente llegamos al siguiente puerto, el de panderrueda con casi 1.500 de altitud y con nieve como para una boda, pero no para cualquier boda, allí habría nieve como para la boda de Lady gaga, no me quedó otra que poner las cadenas si queriamos seguir avanzando, empezaba a sentirme el Raikkonen de panderrueda despues de ver llegar a otros coches hasta el punto nevado de la carretera y darse la vuelta.
                    
Cuando avistamos las tierras de Caín, llevábamos 3 horas de trayecto, el doble de lo que teníamos planeado, claro, con el estado en que nos habiamos encontrado la carretera y la hora que era yá, nos replanteamos nuestro itinerario, no queríamos regresar muy tarde con ese panorama y optamos hacer hora y media de ruta hasta donde llegásemos y el retorno. Con esta idea empezamos a caminar, y a refrescar nuestra memoría visual, puede ser que esta época del año potencie más las virtudes de esta ruta, la blancura de los picos resaltaba con el verdor explosivo del resto, algunas flores empezaban a despertar de su letargo aportando tímidos coloridos y el deshielo de la imponente nevada aportaba continuas y voluptuosas cascadas, añadiendo la banda sonora original de esta obra magistral de la naturaleza. Tambien en esta época aumenta el protagonismo de la "ruta olfativa" para lo bueno, del verde del campo, de flores silvestres de montaña, del agua y del terreno húmedo y para lo malo, los habitantes habituales esparcen diminutos recordatorios por la senda advirtiendo que el terreno los pertenece, mientras tanto nos dejan disfrutar de él y nos observan desde los riscos.
 

Lástima que no tuviesemos todo a nuestro favor, salí de la ruta una vez mas rendido a su hermosura y con la convinción en mi mente de volver y dedicarla el tiempo que se merece, de principio a fín y de fín a principio, pero agradecido con este regalo de la vida. Ya en el pueblo de Caín tuve la sensación de un pueblo desperezándose, quitándo el polvo, esperando la necesaria masificación de la semana santa, se oian golpear de martillos, agregando mobiliario exterior, quitaban naftalinas y ponian a punto maquinarias. No encontramos quien nos diese de comer/merendar, es lo que tiene ser turista de temporada baja, asique cojimos nuestro dinero de temporada baja y lo depositamos en manos de quien nos abrió sus puertas y nos llenó nuestros estómagos pero eso ya fué en otro pueblo, que ni siquiera disponía de una Ruta del Cares.

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