Sigo persiguiendo la felicidad, y realizaré las batidas necesarias para darle caza, siempre fué una presa escurridiza, cuando parece que está abatida y la tienes en tu poder, se te escapa de entre las manos y vuelve a empezar la cacería, en ocasiones hay suerte, y muestras tu trofeo aferrado al cinto, una vez que la hayas probado, querrás más y nunca cesará la búsqueda, entrando en una espiral de emociones, en una montaña rusa anímica. Indagando en mis recuerdos, arañando en el pasado, vuelvo a la niñez, intentando intuir el funcionamiento del cerebro cándido, creo que la ignorancia aporta más felicidad, o por lo menos avanzo en la teoría de que mi disco duro (cerebro), era más feliz cuando tenía menos aplicaciones, lo hemos estado llenado todos estos años de nuevos programas, algunos de pago y otros piratas, muchas aplicaciones y componentes, la mayoría inútiles, que no harán mas que ocupar espacio, y que cada vez te cueste más reiniciar y entrar en fase óptima, cada vez se necesita un antivirus más potente, o traducido al post de hoy, ya no es tán fácil ser feliz.
Recuerdo de muy pequeño, que me encantaba entrar en el baño, me dirigía al lavabo, le ponía el tapón, y abria el grifo, me quedaba embobado viendo correr el agua, luego hacía girar el mando del grifo, (entonces era muy raro que los grifos fuesen monomando, generalmente llevaban dos mandos de rosca, uno caliente y otro frío), hasta que conseguía un hilo minúsculo de agua si me pasaba se convertía en goteo, buscaba el hilo extrafino, una vez que lo tenía, normalmente, pasabas la mano, como cruzando la mini catarata, me fascinaba ese hilo de agua.
Mientras tanto la pila, se iba llenando, metias la mano dentro, notabas el cambio de temperatura, jugabas a que tu mano era una especie de Johnny Weissmuller, que se tiraba desde los árboles (el grifo, la jabonera, el mueble, el toallero), al peligroso y turbulento rio (la pila), peleaba contra la corriente, que tu mismo generabas, y como todo heroe, después de un esfuerzo sobrehumano, salia airoso a la superfecie, en busca del aplauso de la muchedumbre. En esto oias el grito de tu madre: Se puede saber que haces,tanto tiempo metido en el baño!!! (recuerdo que era un niño, no un adolescente), la respuesta era "nada" y como a todas las madres, cada vez que se las responde nada, pues venia a ver lo que estaba haciendo, normalmente tocaba reprimenda, en plan, para lavarse las manos no hace falta llenar toda la pila, o no malgastes el agua, y aunque tuviese toda la razón, seguía magnetizado por el poder del agua. Cada día era una historieta nueva, un día introducias jabón y observabas que el agua se teñia de tonos blancos y azulados y formaba diminutas burbujas, otro día te creias el operario de una mega grua que abría la compuerta de una presa para abastecer de agua a una ciudad, la grua era tu mano y la compuerta el tapón, alucinaba con el poder de la absorción, acercabas el tapón al agujero de la pila y una extraña, potente e invisible fuerza hacía que se juntasen y así dias y dias, y veo que evoca un gran recuerdo y una felicidad solo conseguida con las cosas mas simples, hasta que un día, no recuerdo cuando, dejo de interesarme el juego, posiblemente empecé a hacerme mayor.
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