En mis regresiones al pasado, sigo buscando en el arca perdida de mi memoria, los recuerdos, los auténticos, inmaculados, los que estaban sin contaminar, los que me provocaron tantos momentos de felicidad de una forma tan sencilla, entre ellos se encuentra; el fuego.
Es pensar en fuego y me viene un calor especial de los dias no lectivos del invierno de mi infancia, me despertaba y bajaba por las escaleras a la planta baja a desayunar, sin prisa pues ese día no había colegio, como siempre mis padres estaban hasta arriba de trabajo, debido a esto y por quitarse algo, me encomendaban la misión de prender "la gloria". Para los que desconozcan el tema, la gloria es un sistema de calefacción muy común en Castilla, por lo general solo calienta una parte de la vivienda en la cual existen unos conductos bajo el suelo, se accede a ella desde el local contiguo, este puede ser una cochera, almacén, portal o incluso la calle, se prende fuego y el calor se desplaza por los conductos a el local a calentar, tiene una salida de humos (chimenea) para que todo el humo que genera en la combustión escape, y cuando ya no hay humo se cierra por medio de una chapa que sella la chimenea, comunmente llamado el tiro y hace que cerrando tambien la tapa de acceso a la gloria el calor se conserve.
Existen de todas las formas y tamaños, la de mis padre era bastante grande, calculo aproximádamente que 1.20 metros de largo X 0.90 metros de ancho y unos 50 cm de fondo a ojo.
Primero metias algo que prendiese rápido, nosotros usábamos gavillas de sarmientos que no es otra cosa que palos de las cepas, de las vides, entre ellos unas hojas de periodico atrasadas y acercabas la cerilla. Una vez que conseguias una buena llama, metias la madera consistente, encina, roble o cepas arrancadas de las viñas, esto es lo que luego aportaba buenas ascuas y se traducia en calor.
El escenario ya está creado, en el caso de la casa de mis padres la gloria se ubicaba en un almacén, me mente-transporto a ese momento,a ese lugar, el almacén a oscuras, empieza a ganar luminosidad según va ganando terreno el fuego, una luz parpadeante que danza entre penumbras, tímida al principio, hasta que en su máximo esplendor, en su cenit ilumina toda la habitación, me quedo embobado viendo las tonalidades que desprende, fascinado con el crepitar de las llamas, intuyendo su poder, encandilado con su presencia, con ayuda de un palo empujo el montón de leña ardiente hacia el interior de la gloria, no es cuestión de perder calorias que empiezan a hacer acto de presencia, me encuentro sentado en la orilla más alejada justo enfrente de las llamas y lo que al principio era un placer bien recibido de calor en las piernas, en pocos segundo se ha convertido en un infierno del que me tengo que alejar, en este momento intento que los pantalones no toquen las piernas, estan humeantes, candentes, un paseo por la casa, estoy asado.
En dias de temporal, de viento rebelde, este con sus malas artes te hacía invertir la dirección del humo, y se llenaba de humo la casa, tenias que abrir puertas y ventanas para que encontrase pronto escapatoria, una forma de luchar contra el era ponerte en la boca de la gloria con algún instrumento tipo periodico, trozo de cartón o similar y moverlo en forma de abanico con todas tus fuerzas para hacer retroceder al humo.
Las enormes llamas empiezan a decrecer, va aminorando su potencía y su luminosidad, por lo menos va dejando que me acerque, cual caballo salvaje cuando empieza a ser domado, vuelvo a sentarme donde antés, en el suelo puedo ver que queda un palo entero que no se ha quemado, lo cojo, lo acerco a las llamas y en breves instantes se prende, lo saco de las llamas, me lo acerco y lo soplo apagando la pequeña llama, queda en la punta una luz candente, que brilla en la penumbra que acaba de regresar a la habitación, empiezo a trazar dibujos en la oscuridad, rasgo el aire con mi palo candente, se ven formas, trazos de luz al pasar a gran velocidad, círculos, figuras geométricas, números.... me encanta este juego, el fuego se va disipando, dejando espacio a las ascuas que encandilan mi mirada y la dejan perdida, es una vista hermosa, diminutas llamas azules y rojas despuntan a destiempo en insignificantes erupciones antes de morir del todo y convertirse en brasa y más tarde cenizas como todo en esta vida....
Se cierra la enorme puerta de chapa, sino se cierra ahora no servirá de nada toda esta ceremonia, que nos mantendrá calientes todo el día, toda la noche, hasta el día siguiente.
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